As we approach two years of living with COVID-19, rapid and accurate testing for COVID-19 remains an urgent priority. Indeed, as schools reopen, businesses resume operations and people return to work, rapid testing could be the key to preventing Delta or any new variant of SARS-CoV-2 from breaking out in even larger outbreaks.

But that’s only if testing is used in the right way, at the right time, and in the right places. With more opportunities for people to interact in public places where the virus can spread, it has never been more important to know who is infected and who can seed new COVID-19 infections, and who is not. But that doesn’t mean blanket tests, especially the rapid at-home tests now available at pharmacies and other retailers, will be the answer. Knowing when to use these tests and how to interpret the results is essential, experts say. And that means understanding what the tests can and can’t do.

What is the difference between home tests and those performed in a hospital, doctor’s office or laboratory?

Home kits that have been cleared by the U.S. Food and Drug Administration (FDA) are antigen tests, meaning they can detect things the virus makes or removes, like proteins , but not the actual genetic material of the virus. So a positive antigen test detects signs that the SARS-CoV-2 virus was or is present, similar to hairs that people or pets shed as a trail of where they’ve been.

La variante omicron del coronavirus es preocupante por una razón: si se confirma que es más transmisible, como indican todos los datos preliminares, comenzará a reemplazar a delta, que es la única cepa que ha podido hacerse dominante en casi todos los países del mundo. Omicron dará lugar a más contagios y esto, dependiendo de la agresividad de la nueva variante, podría desencadenar más hospitalizaciones y muertes. Pero hay otro aspecto de la variante que no se sabe: si provoca o no casos más graves de Covid-19. Si causa una enfermedad mucho más leve, como sugieren algunos médicos en Sudáfrica, la aparición del omicron puede resultar una buena noticia.

Uno de los resultados probables del coronavirus es que al vivir entre nosotros, a medida que contraemos el virus, nos vacunamos y tomamos pastillas para protegernos, se convertirá en un patógeno estacional como el resfriado común o la gripe. Las propias mutaciones del virus podrían acelerar el proceso hacia este escenario. Y la variante omicron no es más que un gran número de mutaciones juntas. Esto ofrece una luz de esperanza, pero que no debe engañarnos ni permitirnos confiarnos demasiado: todos los expertos que nos hablaron en los últimos días dijeron que estarían más tranquilos si no hubiera aparecido el omicrón.

En este momento, hay muchas incógnitas sobre la medida en que omicron afectará la salud pública. Los datos preliminares sugieren que la variante es más contagiosa, pero la ciencia aún no sabe por cuánto. Se cree que provoca más síntomas menores, pero no existe una muestra lo suficientemente amplia o variada (con distintas edades e inmunidad) para saber si realmente es así. Cada vez es más claro que omicron puede evadir las vacunas contra el covid-19 y la inmunidad natural cuando se trata de una infección, pero es muy probable que estas formas de protección aún puedan evitar que una persona desarrolle una enfermedad grave.

Estas variables, junto con lo que parece ser una mayor capacidad de reinfección, conforman la ecuación que determinará el futuro de omicron. Uno de los escenarios planteados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) es que la variante sea más contagiosa y que provoque una enfermedad tan grave o un poco menos grave que las cepas detectadas hasta ahora, nada indica que sea peor. Aun así, eso seguiría siendo una mala noticia. Según el informe epidemiológico semanal de la OMS, la variante omicron ha sido detectada en 57 países y empieza a aumentar su presencia en el sur de África.

“Incluso si la gravedad es igual o potencialmente incluso menor que para la variante Delta, se espera que aumenten las hospitalizaciones si se infectan más personas y que habrá un lapso de tiempo entre un aumento en la incidencia de casos y un aumento en el incidencia de muertes”, indicó el informe.

Pero, ¿por qué causaría más muertes si causa enfermedades menos graves? Todo se reduce a números: si omicron es capaz de infectar a más personas, incluso si la probabilidad individual de desarrollar la enfermedad es menor, el número bruto de muertes para toda la población sería mayor. Para que la llegada de omicron sea una buena noticia, su capacidad para causar enfermedades graves debería ser mucho menor que la de las cepas anteriores. Solo se han detectado algunos casos graves por omicron, pero también es cierto que hasta ahora ha afectado mayoritariamente a jóvenes, que suelen presentar síntomas menores.

La respuesta inmune a la nueva variante puede desencadenarse por lo que se adquiere de forma natural, tras recuperarse de la enfermedad, o por las vacunas contra el Covid-19. El miércoles, uno de los fabricantes de vacunas, Pfizer-BioNTech, publicó datos que muestran que la respuesta de anticuerpos a omicron es muy baja después de dos inyecciones, lo que significa que la variante tiene una mayor capacidad infecciosa. Sin embargo, el estudio también encontró que tres dosis de la vacuna Pfizer-BioNTech brindan a una persona un nivel de protección similar al que ofrece el medicamento contra las variantes anteriores.

Poco se sabe sobre cómo los coronavirus que conviven con los seres humanos y causan resfriados comunes llegaron a ser lo que son hoy. Algunos expertos creen que en un momento podrían haber causado enfermedades más graves y diseminadas por todo el mundo, y después de infectar y reinfectar a los huéspedes, mutar y una vez que los humanos se acostumbraron a ellos, se convirtieron en esos molestos pero inocuos patógenos que causan los resfriados, tos, dolor de garganta y fiebres leves, en el peor de los casos.

El más reciente de los cuatro coronavirus que conviven hasta ahora con los humanos es el HCoV-OC43, tal y como apunta el climatólogo Arturo Sánchez Lorenzo. Algunos autores creen que este pudo ser el patógeno que provocó la pandemia que se originó con la llamada gripe rusa, con altos picos de mortalidad entre 1889 y 1890. Hoy es un virus inofensivo que provoca resfriados.

En el futuro, el SARS-CoV-2 podría convertirse en algo similar. Y omicron puede ser un paso en esa dirección. El tiempo dirá.